Trabajo y tecnología han discurrido siempre de la mano. El mundo laboral cambia porque el mundo está cambiando. Desde la primera gran ola de transformación que se produjo con la revolución industrial, impactando sobre los trabajos desarrollados con base en la fuerza física, hasta la actualidad, en la que las modernas tecnologías son inherentes a los procesos productivos.

   Los recientes avances en inteligencia artificial, robótica y aprendizaje automático, marcan el inicio de cambios radicales en el mundo conocido y que hoy, ya lo estamos atravesando, estableciendo nuevos desafíos a nivel profesional y personal.  

     Estos efectos en el entorno laboral no se limitan únicamente al pasado. De modos sutiles están cada vez más presentes en nuestro día a día. De igual manera, cabe pensar que ciertos trabajos que requieren atención personalizada o destreza manual están libre de amenazas de las nuevas tecnologías basadas en la IA. Pero cada avance demuestra que ningún campo está libre de la automatización.

¿Dónde estamos hoy?

   Lo cierto es que vivimos en un entorno volátil, incierto, complejo y ambiguo. De pronto observamos que los cambios se van produciendo a una velocidad vertiginosa en todos lados, en todos los ámbitos y al mismo tiempo, propulsados por la globalización y los nuevos sistemas de comunicación.

  Quizás la mayor trampa de la era en la que nos toca vivir es cuán ridículamente cambiante es el mundo hoy. Es precisamente la fórmula que te hizo exitoso en el siglo pasado, la que hoy te condena al fracaso, sino eres capaz de cambiar a tiempo.

  El mundo no se va a detener. Nuestra actitud actual acerca del futuro va a marcar la manera en como lo enfrentemos. Pero es aquí donde surge la siguiente disyuntiva: ¿Cómo nos preparamos para un mundo del que no tenemos idea como va a ser?

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¿Cómo nos preparamos?

  Redefiniendo la educación. Vivimos en una era donde el conocimiento se desactualiza cada vez más, y más rápido. El desafío en este punto no es cambiar la educación de generaciones posteriores, sino redefinir el lugar que ocupa la educación en nuestras vidas.

  Adaptabilidad y desarrollo de nuevas capacidades. Tarde o temprano, en algún momento, tendremos que convertirnos en híbridos. Computadora + humano vence computadora. Y como todo en la vida, gana el mejor equipo. Aquel que es capaz de armonizar las mejores cualidades de la máquina, con las mejores cualidades del humano. Y por supuesto que eso implica un lugar muy diferente de nosotros en el trabajo. Un lugar en el cual tendremos que cooperar con máquinas que hacen mejor que nosotros un montón de cosas. Y la gran barrera, será el ego.

  "Capacidad para salirse de la pecera". De pensar diferente al resto. Innovar. Crear. Vamos a tener que reforzar o recuperar nuestro espíritu innovador, ese que todos llevamos dentro. Y sobre todo, cuidarlo. Cuidarlo de su máximo archienemigo, la resistencia al cambio.

  El próximo punto tiene que ver con esa cosa mágica que tiene lugar cuando dos personas se encuentran, la empatía. Las máquinas son mucho mejores máquinas que nosotros. ¿Para qué intentar ocupar su lugar? Es por eso que tenemos que lograr que el hecho de que seamos humanos haga una gran diferencia en nuestra conexión con otros humanos.

  Y por último, desarrollar un pensamiento prospectivo. Es decir, entender la realidad no como una foto, sino tratar de proyectar la película hacia adelante. Hay que tener en claro que las decisiones de mediano y largo plazo son decisiones para otro mundo ya que el contexto no es estático. En otras palabras, cuanto más rápido vamos, más lejos necesitamos ver.

  Los invito a que sean disruptores. A que sean partícipes de la era en la que nos toca vivir.